El hijo y heredero de Arias Pardo, llamado Sancho Pardo de Donlebún, unióse en matrimonio con doña Juana de Estrada y Valdés, hermana de Hernando de Estrada, Señor de la casa de Estrada, y del famoso y benemérito asturiano Fernando Valdés, Arzobispo de Sevilla e Inquisidor General; y fue General de la carrera de las Indias, el cual murió, según el padre Gándara, derrotado en los cachopos de Lisboa. Hijo de este matrimonio, aparte de otros que no interesan para nuestro relato, fue Juan Pardo Osorio, Almirante que murió, según el mismo padre Gándara, abrasado con su galera en el puerto de Letaria cuando las naves de fuego de los franceses fueron echadas por ellos para éste efecto en el año de 1.638, en donde murieron en dos o tres bageles quemados muy señalados soldados gallegos. (Eduardo Lence Santar y Guitián: Casa de Donlebún, estudio inserto en el periódico "Las Riberas del Eo", de Ribadeo, n° 2897 de 13 de diciembre del año 1.930 y siguientes).

Volviendo a los Cancio, del matrimonio de Suero Cancio con doña Teresa Méndez de Donlebún, nació Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún, casado con doña Catalina Suárez Niño, de Allonca, que tuvieron tres hijos: Suero de Cancio-Donlebún y Villar, muerto sin sucesión por no haberla tenido de su esposa doña Catalina Alvarez de las Riberas Miranda y Granda; doña Teresa Méndez de Donlebún, casada con Pedro de Ron, Señor de la casa de éste apellido, y Diego de Cancio-Donlebún, que casado con doña María Méndez de San Julián y Villaamil tuvieron al personaje que nos interesa: Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún, Almirante de la Armada de Indias, Gobernador y Capitán General de La Florida por los Reyes Felipe II y Felipe III. Cuando vino al mundo nuestro héroe, hacia el año 1.554, en la casa de Casariego, parroquia de San Esteban de Tapia, concejo de Castropol, según se declara en documentos coetáneos (En el expediente del Provisorato del obispado de Oviedo para la dotación y reconstrucción de la capilla mayor de la iglesia de Tapia, de cuyo asunto se habla al final de este escrito, del año de 1.611, se llama a Gonzalo de Cancio, que vivía, vecino y natural de la parroquia de San Esteban de Tapia, del concejo de Castropol de esta Diócesis. Estos papeles pertenecen al archivo de la casa de Casariego. Su fecha de nacimiento se deduce de los años que le son asignados en la hoja de embarque para La Florida.

La industria y el comercio, adquieren gran desarrollo bajo el influjo de los descubrimientos geográficos y las conquistas subsiguientes. Se abren grandes rutas económicas que las naciones se disputan. El mercado de capitales, el crédito, el monopolio irrumpen en la vida con todas sus consecuencias. Es la época de los Fúcares. Progresos en la técnica militar y fabril; soberano impulso a la cultura con la imprenta; luchas religiosas con la Reforma. De ésta transformación nació la inquietud por conocer las posibilidades de las nuevas tierras descubiertas y el deseo de trasladarse a ellas, y las comunicaciones dieron un gran avance, especialmente las transoceánicas. Había desaparecido el temor al misterio de los mares longincuos y nacía la confianza en los nuevos hallazgos terrestres, puesto que surgían presentidos por los humanistas de la época.

Esto explicará muchas cosas de nuestra pequeña historia. Explicará, por ejemplo, por qué existían en los pequeños pueblos norteños de la costa gallega, astilleros de donde salían barcos que eran buscados con ardor por tanta empresa naciente. Mugardos, Ferrol, Ribadeo, por limitar nuestro campo al escenario de los episodios que narramos, contaban con factorías navales de cierta importancia. Así la carabela Santa María de la Merced, adquirida en el año 1.512 por el explorador Juan Díaz de Solís, en 145.000 y pico maravedís, era construida en el puerto de Mugardos, como gallega era también y quizá del mismo puerto la que aquél Vicente Yáñez de Pinzón utilizó para salir hasta las proximidades del Yucatán, desde Sevilla en el año 1.508. La constucción de navíos en el puerto de Ribadeo, debía de tener tal arraigo, que en la Real Cédula de Felipe IV en el año 1.624 organizando la armada para la defensa de Galicia, se dice a los diputados de las entonces siete provincias gallegas, que cuatro de sus barcos deben de ser hechos en el puerto de Ribadeo en virtud del asiento con Juan Pardo Osorio, Caballero de Santiago y castellano del Castillo de San Antón de La Coruña.

No conocemos los primeros pasos de Gonzalo de Cancio; pero podemos suponer que este ambiente de aventura le haya llevado en sus primeros tiempos a realizar algo análogo a lo que años antes había llevado a cabo Pedro Menéndez de Avilés, el gran adelantado, que huyó de su casa a la pronta edad de 14 años, para sentar plaza de grumete en una armada que desde Santander se daba a la vela para hostilizar a los corsarios franceses.

Así hallamos a nuestro hidalgo Cancio, a los 17 años más o menos, sirviendo con su persona y naos suyas la carrera de las Indias en compañía de Sancho Pardo Osorio, Capitán General que había de ser, años más tarde, de la flota de Tierra Firme, y en la Armada Real del cargo del Adelantado Pedro Menéndez de Avilés, llegando hasta La Habana, siendo Gobernador Sancho Pardo Osorio, tío suyo. ( El día 29 de agosto del año 1.593 certifica en Sevilla, Sancho Pardo Osorio Capitán General por el Rey Nuestro Señor de la flota que ha de ir a la província de Tierra Firme que conozco servir a Su Majestad al Capitán Gonzalo Méndez de Cancio de más de veinte y dos años a ésta parte con su persona y naos suyas la carrera de las Indias... Todos los documentos que se citan aquí, salvo indicación contraria, se hallan en el volumen rotulado "Títulos y papeles / de los servicios del Almirante / Gonzalo Méndez de Cancio / Governador y Capan. General / q. fué en las Provincias de la Florida por / Mag.” Ms. de 152 folios, forrado de pergamino, del archivo de la casa de Casariego. La certificación de Sancho Pardo Osorio citada obra al folio 58 recto.

Dice entonces el Capitán General de ésta flota que:

"por la buena satisfacción que de su persona tenía le hice mi Capitán de Infantería y de la dicha Capitana, el cual vino sirviendo de dicho viaje a satisfacción y en el Golfo Grande, noventa leguas de la Tercera, con un temporal que sobrevino se descubrió una agua a la nao de Hernán García de Villamarín de la dicha flota, que se iba al fondo, y con todo el dicho temporal le ordené al dicho Capitán que fuese en la lancha de la dicha nao Capitana y sacara todo el oro y plata de Su Majestad y particulares y la gente y lo trajese a la dicha Capitana como lo hizo sin que se perdiese cosa alguna; y en el dicho viaje, habiéndose apartado el Almirante Francisco de Valverde al desembocar en el Canal de Bahama, le hice mi Almirante dende las islas de la Tercera España, donde hay la mayor fuerza de enemigos de mal hacer y es muy buen marinero y soldado y persona en quien se empleará muy bien cualquier merced que Su Majestad le haga"

(El día primero de agosto del año 1.589 certifica lo expresado el General Noboa Feijóo - "Titulo y papeles..." ms. cit. folio 49 r. y v.).

El episodio relatado del salvamento del navío, en que, según las informaciones, iba gran cantidad de perlas, sucedió exactamente el día 23 de agosto del año 1.584. el día anterior había llevado a cabo otra hazaña no menos digna de nota, pues, como dice gráficamente un testigo presencial, "descubrió un navío francés e le dio caza o le barló con la nao Capitana... e hizo rendir e meter debaxo de cubierta a los franceses, ayudado de sus soldados", Información a instancia de Méndez de Cancio, en Sevilla, a 26 de enero del año 1.585).

En 1.589 era dueño Cancio de otra nao denominada "María Santísima de la Concepción", la cual tenía en el puerto de Ribadeo con pertrechos de guerra. Iba armada ésta nave con:

trece piezas de artillería, las once dellas de fierro colado y los dos pedreros también de fierro colado..., veinticinco mosquetes y veinte arcabuces y doce petos con sus espaldares y cuarenta picas y venablos y gorguzos y una docena de rodelas y una caxa de atambor y dos banderas", con más unas velas " que había sido de una urca flamenca y eran pequeñas; y sólo tenía un barril de pólvora"

(Papel de dos folios, suelto y rotulado: "Embargo de la nao de Gonzalo Méndez de Cancio pa. servir al Rey").

Después le vemos sirviendo a las órdenes de Alonso de Bazán, padre del famoso don Álvaro, primer Marqués de Santa Cruz, cantado por Ercilla, no sólo con su persona, sino con una nao de su propiedad denominada "La Asunción gallega", de porte de más de seiscientas toneladas, durante tres años.

Fue comisionado "por tres veces" levantar gente de mar para la Armada por los puertos del "Reino de Galicia y del Principado de Asturias... y después de haber servido lo susodicho -dice una información- se le licenció la dicha nao la cual trajo desde el puerto de Ferrol a ésta ciudad de Sevilla con riesgo del enemigo y costa de la Hacienda. Volvieron a embargarle la nao para la escuadra del general Juan de Uribe. Fue a las Azores con Alonso de Bazán, y después de reformada en el puerto de Ferrol la nave, por la satisfacción -dice Pardo Osorio- que del dicho Capitán tengo, y la nao ser buena y nueva, y ser de buenas mañas y buena marinera, di relación con otros convendría le diesen licencia y visita para ir a la flota de mi cargo (Certificación de Pardo Osorio citada ). Esto sucedía en el año de 1593.

En el mismo año le nombró el Rey Capitán de Infantería del galeón o fragata que le señalase el Capitán General don Francisco Coloma en la Armada de la carrera de Indias; pero éste no es sino un destino acompasado a la gran satisfacción que debió obtener Gonzalo Méndez de Cancio el año anterior al recibir a bordo de su galeón "La Asunción Gallega", en alta mar, navegando hacia las Islas de la Tercera, un albalá real concebido en éstos enaltecedores términos:

"Acatando lo mucho y bien que Gonzalo Méndez de Cancio me ha servido en la carrera de las Indias y en ocasiones de armadas que ha habido en estos mis reinos y particularmente a la contínua de tres años a esta parte en la del cargo del General Juan de Orive Apallúa y mandándole a él mismo que sirva de Capitán della y de la gente de mar y tierra que oviese de navegar en ella, y a la plática y esperiencia que tiene de las cosas de la mar y a la satisfacción que yo tengo de su persona de que adelante me servirá también, es mi merced y voluntad de le nombrar y rescibir... por mi Capitán ordinario de mar... y que haya y tenga de mi en cada un año con el dicho cargo a la razón de trenta mil maravedíses de sueldo"

(Traslado en 1° de febrero de 1.592 del Albalá Real, por el escribano Fernando de Rosas. "Títulos y Papeles..." f. 5 ).

Vienen después para nuestro Capitán días duros de brava lucha marinera, con curiosos episodios náuticos que hoy parecen narraciones fantásticas en aquél medio de escasos bastimentos, con naves de muy mediano porte provistas de elementos de pobre consideración, al compararlos con los que actualmente cuentan para la vida en el mar. el día 19 de agosto del año 1.595 el Rey le nombra Almirante de la escuadra de que era cabo y cabeza don Pedro Tello ("Títulos y Papeles..." fol. 3 ).

He aquí una página histórica digna de cualquier figura gloriosa de nuestra náutica, en cuyas crónicas debe ocupar nuestro biografiado, hasta ahora poco menos que desconocido, el lugar honroso que le corresponde por sus proezas: El día 8 de noviembre del año 1.595 yendo Cancio como Almirante "con título de Su Magestad" en la Armada de la que era General Pedro Tello de Guzmán, compuesta de cinco fragatas que habían ido a Puerto Rico a buscar la plata del Rey y de particulares, poco antes de llegar a las islas de Guadalupe y la Dominica, se encontró:

"con dos navíos ingleses de la Armada de la Reyna de Inglaterra del... cargo de Francisco Draque y Joan Aquines, y el Almirante -dice el escribano Martín López de Mena al extender su testimonio a bordo de la "Santa Clara" y navegando por el golfo grande de la Bermuda- con su fragata armó el barlovento a los enemigos persiguiéndolos hasta que, peleando con uno de ellos, lo barló y rindió, y hizo entrar en su fragata a 26 ingleses... y por ser el dicho navío zorrero y estando desaparejado de las piezas de artillería que él tiró, y avelle barloado, no estaba de aprovecho... a cuya causa le mandó dar barreno y lo dexó en el propio paraxe".

Luego hizo comparecer al Capitán y demás ingleses navegantes del navío hundido y les interrogó mostrándole ellos unas órdenes y conducta firmada de Francisco Drake... y declararon que la escuadra de éste se encontraba haciendo agua en la isla de Guadalupe y que ellos estaban esperándole cuando apareció la armada española la cual creyeron ser los cinco navíos de su jefe, por cuya causa habían salido a reconocerlos y por ello habían sido apresados. También declararon la mucha fuerza que la armada traía y que iba derecho a dar a Puerto Rico, a tomar el puerto y la plata, lo cual oído por Cancio inmediatamente tiró tres o cuatro piezas a la Capitana que iba en seguimiento de la otra nao para que no fuese... a meterse entre la armada enemiga, por lo cual regresó la dicha Capitana, acordando entonces entre el General y el Almirante de virar la vuelta e ir en seguimiento de su viaje la vuelta de Puerto Rico, donde al llegar comunicaron lo que sabían al Gobernador General Sancho Pardo Osorio e hicieron junta de Capitanes para la fortificación, destinando a Cancio al Morro y a Santa Elena y artillería del Morrillo por ser las plazas más importantes.

Al aparecer las velas de Drake el día 22 de noviembre, la artillería del Morrillo, dirigida por Cancio, disparó sobre ellas haciéndolas gran daño y matándoles a los ingleses mucha gente, entre ella al General Joan Aquines, merced a lo cual el enemigo, impedido de entrar en el puerto y perdida la moral decidió dedicarse a quemar las fragatas españolas que allí estaban ancladas; pero como hubiesen bajado de noche muchas lanchas inglesas con aquel propósito, el Almirante Cancio, desde el Castillo del Morro primero y de Santa Elena después, haciendo señal con una corneta cada vez que pasaba frente a allos alguna de dichas lanchas con objeto de que la artillería fijase sus tiros, impidió el intento siniestro, y solamente pudieron quemar la fragata nombrada "Magdalena". He aquí el curioso documento conteniendo las instrucciones del célebre corsario Francisco Drake, sorprendidas por Gonzalo Méndez de Cancio, según la traducción de la época que acompaña al original, debida al presbítero de la fragata "Santa Clara" Ricardo Artur:

"Instrucción de Francisco Draque, corsario, al navío que tomó en la ysla de Guadalupe"

"Esta es la instrucción y orden que ha de tener toda la armada que sale del puerto de Plemúa dende 29 de agosto de 1.595 años:

  • - Primeramente es para servir a Dios y tener esta órden en dos veces al día sino fuera alguna ocasión o no poder más.
  • - Lo segundo aveis de tener cuidado de tener compañía y venir a hablar a vuestro Almirante dos veces al día y cuando no pudierdes una vez lo haced cada día, y tened gran cuidado de la órden que os será dada y guardalla ahí, estar en compañía como el tiempo diere lugar.
  • - Yten si fuere algún navío o Patage por tempestad de tiempo o por otra ocasión que uviere y se apartare de la compañía avos de hallar primeramente en las islas de Vayona, Galicia, y así estará la armada aguardando hasta que el tiempo provea otra cosa, y de allí sin otros allardes yreis a Puerto Sancto y nos aguardareis allí tres días. y si no fuéramos allí tomareis el camino para la isla de Guadalupe, una isla pequeña de la vanda del noroeste, cerca de la Dominica en la qual estaremos tres días y dexaremos alguna señal para que sepais donde nosotros fuéramos, el qual será para Puerto Rico, allí estaremos diez días.
  • - Si en este camino tuviéremos alguna tempestad de viento contrario aveis de amainar todas vuestras velas hasta la mañana si no vierdes que vuestro Almirante haga vela y ansí hareis vosotros lo mismo y si el tiempo volvíese de noche alguna contrariedad vuestra almiranta pondrá dos lanternas, una debaxo de otra, de estatura de un ombre, para queos vaiais rigiendo por ella y si todos nosotros amainásemos de noche por alguna ocasión de tempestad y fuera necesario hacer vela de noche, habeis de enzender antes que nosotros echemos velas una sola lanterna con lumbre en popa y otra en la gavia de la almiranta.
  • - No tendréis ninguna lumbre en ningún navío sinó solamente la lumbre que estuviere en la aguja, y ésta esté con gran cuidado que parezca fuera de la bitácora por amor de las ocasiones que pueden venir del fuego y no aveis de tener ninguna candela ni lumbre en torno al navío sinó fuere con lanterna y ni más ni menos aveis de tener gran cuidado con el fuego de la cozina.
  • - Ningún navío ni patage de la flota no vaya delante de la almiranta de noche, particular- mente en tiempo de fortuna, ni se ponga debaxo de los navíos grandes pasando de una vanda a otra; y si algún navío de la flota perdiese su curso y topase con otro algún navío, la señal será que izarán y amainarán la vela de gavia tres veces y ansí hará la otra para que se conoscan.
  • - Si algún navío de la flota por desgracia perdiese algún árbol, bomba o verga o otro aparejo alguno de importancia, tirarán una o dos piezas o conforme la necesidad que tuviere para que sean socorridos con brevedad y que ningún navío se aparte della hasta que sean socorridos de la necesidad que tuviere.
  • - No aveis de consentir jugar en el navío naipes ni dados por muchas ocasiones que suelen suceder de pendencias.
  • - Aveis de tener cuidado de tener paz entre los soldados y marineros que no tengan pendencias ni discordia, sino tratarlos bien para nuestro servicio.
  • - Aveis de tener gran cuidado de conservar los bastimentos hasta que os ordene lo que aveis de hacer.
  • - Lo último, para que hagais mejor compañía vereis una lumbre en la popa de la almiranta una o dos veces.

Francisco Drake, (" Titulos y Papeles..."), folios 72 al 76

En el propio año de 1.595 fue protagonista nuestro héroe de otro episodio muy alabado por el Conde de Portalegre, Juan Silva, como Gobernador y Capitán General de estos reinos de Portugal.Dice un testigo que:

"sucedió que sobre los primeros meses del año, habiéndo embarcado en la Habana, para venir a España, en el galeón de la Armada que trae a su cargo el Capitán Gonzalo Méndez de Cancio al desembarcar de la canal de Bahama, nos dio una gran tormenta que se apartó toda la Armada, y de la dicha tormenta quedó el dicho galeón maltratado y rompido dos embras del timón y el dicho Capitán lo sustentó y reparó sin mudar derrota y venir a España, y en la altura de Portugal setenta u ochenta leguas de las Berlenguas vino a reconocer el dicho galeón dos navíos ingleses, siguiéndolo dos días, y el dicho Capitán lo defendió con mucho valor de su persona como onrrado Capitán, y tomando parecer con los Capitanes que allí veníamos embarcados, pilotos y maestros de plata, se acordó que para la seguridad de un millón y ochocientos mil ducados y setenta y cinco caxones de cuchinilla que el dicho galeón traía de Su Magestad y particulares, se arribase a Lisboa porque no podían juntar otros corsarios y redundaría gran daño y pérdida y habiéndose arribado a Lisboa se desembarcó el dicho tesoro en Aldea Gallega con orden de Su Magestad y del Conde de Portalegre, y vinieron galeras de España y llevaron la plata de dicho galeón y de otros que aquí arribaron a Sevilla."

El negocio se concluyó nombrando, pues, el Conde de Portalegre a Gonzalo Méndez de Cancio por cabo de la escuadra de todos los navíos de la flota de Indias que habían llegado con plata de Lisboa y que, enbarcada en galeras tenía que ser llevada a Sevilla por las partes y méritos y esperiencia de él en 16 de junio del año 1.595. Abrese ahora su etapa de explorador y gobernante.

Por Real Cédula dada en Toledo a 22 de marzo del año siguiente de 1.596 es nombrado por la Majestad de Felipe II, Gobernador y Capitán General de La Florida bajo el tenor siguiente:

Don Phelipe por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de León, de Aragón...etc. Por quanto los cargos de gobernador y Capitán General de las províncias de La Florida an vacado por muerte del Capitán Domingo Martínez de Avendaño y a mi servício conviene proveherlos en persona de las partes, esperiencia e inteligencia que se requiere y porque tengo satisfación de que éstas concurren en vos el Almirante Gonzalo Méndez de Cancio acatando lo que me aveys servido y que espero me servireys es mi merced que agora y de aquí adelante quanto mi voluntad fuere seays mi Gobernador y Capitán General de las dichas províncias de La Florida en lugar del dicho Domingo Martínez de Avendaño y que como tal vos y no otra persona alguna... y llebeis dos mil ducados de salario como le llevaron los dichos Pedro Menéndez Marqués y Domingo Martínez de Avendaño y que se os pague la mitad de los frutos de la tierra y los otros mil del situado de aquel presidio... del qual dicho salario gozeis desde el día que os hizieredes a la vela en uno de los puertos de San Lúcar de Barrameda o Cádiz para ir a servir los dichos cargos en adelante..."

(Títulos y papeles... folio 11 r.).

En 18 de mayo del mismo año libró el Rey Cédula en Ateca otorgando al Almirante facultad para en caso de peligro de muerte o ausencia pueda nombrar la persona que haya de sustituirle en los cargos de Gobernador y Capitán General que le habían sido conferidos.

Todavía a 22 del mismo mes se le otorgó comisión para tomar residencia a su antecesor en el Gobierno Capitanía de La Florida Domingo Martínez de Avendaño, así como a sus tenientes y oficiales.

Y al fin en 22 de junio del propio año de 1.596 embarca con su esposa y su hijo Antonio para tomar posesión de su destino, mediante la carta-pasaporte del Rey expedida en Ateca en 15 de mayo anterior dirigida al Presidente y Jueces oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla, por la que se les manda que le dejen pasar a servir el cargo llevando consigo muger y que pueda llevar sus hijos, quatro criados y quatro mugeres de servicio.

La carta de embarque es un precioso documento, por cuanto en su brevedad tenemos el único retrato, siquiera literario, del Almirante y de su esposa. Dice así:

"Blas de Urieta, mercader ?", recibí en una nao por pasajero a Gonzalo Méndez de Cancio, natural del qoncejo de Castropol en Asturias y a doña Magdalena de Luazes su muger, natural de la ciudad de Mondoñedo y Antonio su hijo natural de la dicha ciudad, que pasan a la provincia de La Florida. Dáseles licencia en virtud de la Cédula de Su Majestad desta otra parte escripta y el dicho Gonzalo Méndez de Cancio será de heredad quarenta y dos años, de buen cuerpo y gruesso, y doña Magdalena de Luazes será de hedad de treinta y tres años, de buen cuerpo, los ojos grandes y Antonio de nueve años. Fecho en Sevilla a veynte y dos de junio de mill y quinientos y nobenta y seis años".

Era doña Magdalena de Luaces, de un viejo solar mindoniense, cuyas ruinas situan los genealogistas en el lugar de Trasin, de la feligresía de Santa María de Luaces, adjudicándole también otra casa solariega en la feligresía de Suevos. Su antepasado, Pedro de Luaces era procurador del concejo de Mondoñedo en el año 1.491 y los Regidores Juan y García de Luaces, hermanos, gozaban desde el año 1.510 de carta ejecutoria de limpieza de sangre, hidalguía y libertad, lleva por armas esta familia: de azur, un creciente lunar con cinco estrellas de plata.

Los Luaces extendiéronse prolíficos por Galicia y aún rebosaron los linderos de este antiguo reino. Prescindiendo de las fábulas genealógicas, se menciona a Juan García de Luaces, lucense a quién Sancho IV libró privilegió de hidalguía en la era de 1.331 por méritos obtenidos en la toma de Tarifa, y se señalan en tiempos modernos gentes de este linaje en la ciudad de Lugo, en la ciudad de León, en Villafranca del Bierzo, en la ciudad de Orense y en la ciudad de Santiago de Compostela, donde perdura la casa del siglo XVI, cuyos papeles hemos visto en los archivos del Señor de Rubianes, actual Marqués de Aranda, Gonzalo Ozores, sucesor de esta rama. Fueron padres de doña Magdalena, el Señor de Abadín y de San Juan de Lagoa de Montes de Meda, Luis de Luaces y Labrada, célebre Regidor de la ciudad de Mondoñedo que:

"plantó la arboleda que está al partir de la ciudad..." y cuando la plantó convocó a los comarcamos y a todos los niños y les dio un gran banquete porque se quedase memoria de que él había sido el que había plantado la arboleda, que es hoy la salida de más recreación que hay en aquella ciudad de Mondoñedo"

(véase el ms. "Origen y descendencia de la familia de los Luaces sacada y compuesta por el muy reverendo padre Fray Francisco Moxica de la Orden de San Benito, año de 1.694", del que poseemos una copia por atención de Francisco Fidalgo Villaveirán); y doña Leonor Fernández de Estoa y Miranda, fundadores, como dijimos anteriormente, en el año 1581 del importantísimo vínculo. Entre sus hermanos figuraban, Alvaro de Luaces, el Canónigo Francisco Fernández y el Arcediano de Azúmara, también en la Catedral de la ciudad de Mondoñedo y Luis de Luaces Estoa. (E. Lence Santar y Guitián: "Del Obispado de Mondoñedo, t. I, 1.911, páginas 138 a 157. Del mismo la hoja rotulada: "Homenaje a Luis de Luaces y Labrada" editada en la ciudad de Mondoñedo en el año 1.940).

Arribó el matrimonio con su vástago al nuevo continente y:

en la ciudad de San Agustín, provincia de La Florida, a dos días del mes de junio del año 1.597, ante los jueces, oficiales reales destas provincias Bartolomé de Arguelles, contador; Pedro Menéndez Marqués, tesorero; el Capitán Alonso de las Alas, fator y veedor a cuyo cargo estaba al presente el gobierno destas províncias..."

se presentó el Almirante Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún, con su título y provisión real y en su visita, pusieron el título sobre sus cabezas en señal de acatamiento, tomáronle juramento del cargo, le dieron las llaves del fuerte y se encerró dentro de éste en señal de posesión, en presencia de los testigos el Capitán Sebastián de Malleas, el Capitán Vicente González, Juan de Avendaño, Sargento Mayor y el Alférez Hernando de Mestas. Desde su toma de posesión los sucesos graves se precipitan en aquellos territorios. Por de pronto al año siguiente por Cédula de 26 de septiembre, el rey Felipe III conunica a su Gobernador de La Florida el fallecimiento de su padre Felipe II, a los treze desta, "para que... os pongays luto y ordeneys que todos los vecinos de esa província se lo ponga y se hagan exequias según costumbre; y por otra Cédula de la misma fecha se le ratifica en el cargo y se le ordena "se alcen pendones, y hagan las otras solemnidades que se requieren y acostumbran en semejantes ocasiones".

Correspondiendo a esta orden, en 24 de mayo del año 1.599 hízose la proclamación solemne de Felipe III, En San Agustín, saliendo la tropa con banderas desplegadas, y alzó el Gobernador la bandera en el fuerte disparando toda la mosquetería, la arcabucería y la artillería. Apoco de llegar:

"habiendo venido a verle mucha suma de Indios de la ... provincia de Guale y la mayor parte de los caciques dellos y vuelto a su tierra, parece que, por fin, el mes de septiembre o a los primeros de octubre... se rebelaron y mataron a los religiosos, salvo al padre Fray Francisco de Avila"

que había venido a España en la flota del General Garibay. Mas sobre éste triste episodio como sobre los demás acaecídos durante el mandato del Almirante Gonzalo Méndez de Cancio existen dos documentos cuya transcripción en lo principal nos ahorra una exposición que resultaría siempre menos gráfica que la que resulta del estilo de la época.

Se trata por una parte de la contestación real a las cartas que desde La Florida envió el Almirante acompañadas de papeles y recaudos por medio del Alférez Hernando de Mestas, de fechas 23 y 25 de febrero del año 1.598, dando cuenta a Su Majestad del estado de las cosas en aquella provincia. Contesta el Rey en 9 de noviembre del propio año con instrucciones:

"He olgado -dice- de entender lo que decis acerca del buen estado en que queda esa ciudad de San Agustín y del adorno de templos y hospitales que tiene y que esté tan poblada de gente y que produzca la tierra tanto género de frutas y otras logumbres como dezis y que la gente se de a sembrarlas y coxerlas y cultivar la tierra mediante lo que a ello los alentais y ayudais lo cual os agradezco y encargo que lo continueis...".

Le recuerda a continuación a su Gobernador las limosnas que dio por diversas Cédulas tanto a la Iglesia Mayor como al Convento de San Francisco y al Hospital para los efectos y necesidades que me escribisteis"... "y para servicio del dicho Hospital podreis dar una de las esclavas mías que ahí hay.

"Ansí mesmo dezis que a ventydos caciques que vinieron a ese presidio a daros la obidiencia en mi nombre les distes las cosas contenidas en los testimonios que embiastes, de harina de maíz, bestidos y otras menudencias y que por la necesidad y pobreza que visteis en los pueblos de alguno de los dichos indios y caciques los moderastes el tributo de una arroba de maíz que pagaba cada casado a seis mazorcas, lo cual está bien como quiera que os moderareis en eso lo más que pudieredes teniendo muy particular cuidado de acariciar y tratar bien a los dichos indios y caciques". "A la cacica doña María escribo en agradecimiento de lo que me escribís que hace en acudir a las cosas del servicio y necesidades de ese presidio y hareisle dar algunas cosas menudas como paños y otras desta qualidad que no exceda el valor de ellas de ciento y cincuenta ducados por cuenta del dinero situado de ese presidio..." "Por lo que asímesmo escribís del cacique Juan, os mando que le honrreis y favorezcais y que le hagais acudir con doscientos ducados en la forma que a la dicha cacica... y informareis que os pareciere acerca de la pretensión que el dicho cacique tiene de Mico maior de la provincia de Guale y que cargo es éste".

Como el Almirante Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún le expresase la conveniencia de nombrar cuatro prácticos de marina de aquella costa para cuando han menester desembocar las flotas y armadas, le concede el Rey licencia para hacer aquel nombramiento pudiendo repartir 150 ducados para ésto.

"El socorro de dos arrobas de harina con que madaste acudir a María de Junco, mujer que fue de Juan Ramirez da Contreras, soldado de ese presidio a quien enviastes a tratar de la reduzión de un cacique y lo mataron los indios, tengo por bien de aprobar y que se le continue hasta que cobre duzientos ducados".

Siguen en la instrucción real algunas prevenciones de escaso interés y a continuación ésta página esclarecedora de como la autoridad del Rey intervenía directamente en el trato que se había que dar a los indígenas:

"En lo que toca al castigo de los indios que se rebelaron en la provincia de Guale y mataron a los frailes que estaban en sus doctrinas, sobre que dezís que no habiéndose podido averlos para castigarlos habiades proveído auto para que de los indios e indias que se tomasen de aquella provincia se sirvan los soldados, lo que concierne y se os manda es que averigueis el delito que se ha cometido y hagais justicia en los principales conmovedores con mucha prudencia, y no permitais que haya esclavitud ni servidumbre por ningún tiempo en los dichos indios ni en los que se ovieren tomado hasta agora".

¡Es una magnífica página de cristiana caridad!.

Sigue diciendo el Rey que los religiosos que se retiraron de la provincia de Guale y después volvieron a ella sin darle cuenta al Gobernador, serán reprendidos:

"por su Comisario General que reside en esta corte y lo que hazen en meterse en cosas del gobierno temporal y al prelado que regió en esas provincias se le escribe que guarde el título de mi Patronazgo en lo que toca a la provisión de doctrinas. Y que tengan con vós buena correspondencia; vós la tendréis también con ellos...".

Como los soldados llevasen "por cuenta de mercaderes harina y vinos de la Nueva España, ordena el Rey se lleven por cuenta del sitiado" como en tiempos de Pero Menéndez Marqués para mayor aprvechamiento de la Hacienda.

Como el Almirante Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún hubiese hecho una casa de piedra en la fortaleza, para seguridad de la pólvora y municiones, el Rey se expresa sobre el particular:

"Pues dezís que aprueba tan bien la piedra y cal que ay en esa tierra, será bien que deis toda la prisa posible a hacer la fortaleza en la forma que está acordado y ordenado que al Gobernador de la Habana escribo que envíe a ese presidio al ingeniero Cristobal Desgoda. Va Juan de la Torre, maestro mayor, como lo pedís, y algunos oficiales por el tiempo que fuere menester ahí ". "Hase entendido la advertencia que hazeis de la disposición de esa tierra y lo que importaría que se os enviase gente para poblar un pueblo donde llaman la Tama, quarenta leguas de ese presidio y de allí hacer una entrada y descubrimiento hasta dar en el Nuevo México que se entiende está doscientas leguas de la dicha Tama, y porque este es negocio de la consideración que veis, os encargo y mando que os informéis muy partycularmente de la disposición de la dicha tierra por medio de los caciques e indios mas cercanos a lo que pretendéis descubrir, y habiéndolo comunicado con las personas de mas experiencia que hoviese en ese presidio y con algunos caciques me enviareis relación particular de todo y siendo posible la planta y descripción de la dicha tierra en que queréis hacer la entrada".
"Hase visto lo que dezís de que cuando hicisteis vuestro viaje a esas provincias fuísteis corriendo la costa de ellas y regalando los caciques e indios y particularmente al cacique de Ayz y su gente y que, pidiendo volviesen luego allí, le ofrecisteis de enviar un español, como enviastes a Juan Ramirez de Contreras, lengua de aquella provincia, a quién, como está dicho, mataron los mesmos indios, y que teníades determinado de ir a castigarlos, y lo que a cerca de esta se os encarga y manda es que en estas cosas procedais con la consideración y prudencia que semejantes materias requieren para no dar ocasión a los indios para que cometan semejantes delitos y avisarme eis de lo que resultare de la diligencia que hubiéredes hecho para castigar los dichos indios, procurando siempre que los castigos que no se pudieren escusar sean no para dexar a los indios mas rebelados y escandalizados sinó para reducillos a la paz y obediencia y que sean cristianos y en ninguna manera permitireis que se hagan esclavos los indios" ("Títulos y papeles...")

Consta el original de las instrucciones reales a los folios 19, 20 y 21. El Gobernador Gonzalo Méndez de Cancio envía nuevas cartas de información al Rey en 28 de febrero y 26 de junio del año 1.600. En ellas le dió cuenta de la catástrofe ocurrida en la capital de la provincia, lugar de su residencia, la ciudad de San Agustín, a la cual un incendio había devastado en la forma que veremos en la relación del Almirante.

El Rey contesta en 14 de noviembre del mismo año diciendo que procure reparar el daño que subcedió en esa ciudad de San Agustín con el yncendio que hubo en ella y que haga pronto el Hospital para pobres por haber pasado el que había para Convento de los Franciscanos cuyo monasterio se quemó. Y dareis prisa -añade- al edificio de la iglesia mayor para que se acabe con brevedad con la ayuda de los diezmos de que se le hizo merced y limosna por tiempo de cuatro años.

Insiste el Rey en que no se hagan exclavos a los indios y en que se les enseñe el catolicismo instruyéndoles en la fé.

Y como el Gobernador hubiese dado a Hernando de Mestas el mando de una compañía de infantería en consideración a los servicios que había prestado, quitándosela a su hijo Antonio Méndez de Cancio-Donlebún, dícele el Rey habéis hecho bien y se terná quenta con hacer merced a vuestro hijo. ("Títulos y papeles..." original al f. 23 r. y v.).

En el mes de febrero del año 1603 nombró el Rey para sucesor de Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún en el gobierno de La Florida a Pedro de Ibarra. Al cesar, pide se abra información nuestro Almirante, sobre su actuación al frente de aquella Capitanía General y con tal motivo nos proporciona él mismo, al redactar las preguntas por las que habían de ser interrogados los deponentes, curiosas noticias, no solo de sus actividades sino del estado y costumbres de La Florida en su tiempo.

Así, por no hallar iglesia suficiente hize diligencia con Su Magestad y fué servido dar por cuatro años los diezmos de esta ciudaz con los quales hice de nuevo la iglesia con la decencia que agora está, cubriéndola de taxamanil y poniendo en ella de mi hacienda una lámpara de plata y un cáliz y el retablo del Altar Mayor que es de entalladuría.

"Yten por no haber en esta ciudad Hospital donde se pudiera curar los soldados deste presidio, por haberse quemado el que había, hize y fabriqué a mi costa el Hospital de Santa Bárbara que al presente hay y puse en él demás de las cosas necesarias para el servicio de los enfermos, seis camas comprando de Hacienda la ropa della y ayudando al regalo y refrigello dellos con todo lo que era menester y puse altar para que los dichos enfermos pudiesen oir como oyen misa desde las camas".

Hizo también edificar en la provincia de San Pedro "otra iglesia tan grande y capaz como la de esta ciudad, muy bien obrada y acabada -dice, refiriéndose a la de San Agustín- para que los indios se encomendasen a Dios y tuviesen el respeto debido al culto divino sin que les costase más que trescientos ducados todo el edificio, por asistir yo personalmente a la fábrica y haber hecho trabaxar en ella a la infantería que llevaba de mi compañía y si hubieran de pagar los jornales del edificio que en ella hice costara más de dos mil ducados.

"Yten en reducir a la obediencia de Su Magestad los indios de la provincia de Guale que se rebelaron y atraer a la dicha obediencia los caciques de las provincias de Potano, Timuena, Apalache, Cicale y Mosquitos y a la cacica Yufera, de la tierra adentro y el cacique de Ocone que confina con la provincia de Tama y el de Santa Elena, que después de haberse desmantelado la fuerza que allí había xamas vino a dar la obediencia a los Gobernadores hasta mi tiempo, gasté mucho de mi hacienda en cuatro viajes que hice en ir a visitar la tierra y las dádivas que les di mediante las que les pretendí e hice muy extraordinarias diligencias con ellos para descubrir los secretos de sus tierras y las poblaciones de los circunvecinos y lo que llevaban y fructificaban y si había minas de oro, plata y piedras preciosas, perlas o otras cosas; y además los exhortaba que fueran Cristianos y reconocieran a Su Magestad por su Rey y Señor como lo hicieron y estubieron tan domésticos en mi tiempo y todas las veces que enviaba a llamar a cualquiera de ellos venían a hacer lo que les mandaba y después que llegó a estas provincias vinieron a darle la obediencia en nombre de Su Magestad los arriba dichos y están al presente todos amigos con lo que yo gasté y trabaxé".

Cuenta seguidamente el Almirante y Gobernador Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún cómo promovió el cultivo intensivo del maíz, proporcionando herramienta y semilla y cómo construyó un molino para moler dicho cereal. (según se transcribe en el artículo sobre la introducción del maíz en Asturias ).

Expresa además que hizo dar limosnas para remediar los frecuentes incendios que destruían las casas de los vecinos de San Agustín.

A esta información, que dio comienzo el 14 de enero del año 1.600, acuden testigos que proporcionan curiosas noticias. Así el padre Richardo Artur, cura párroco de la iglesia de San Agustín, dice que antes la iglesia era de paja y cuando había tormenta se movía toda ella y cierto día cuando consagraba

"descubriendo el cáliz le cayó en la sangre una hoja de palma que para que en ella no fuese la especie del Santísimo Sacramento le fue forzoso a este testigo consumirla". La iglesia nueva, aunque era de madera toda ella "entiende este testigo no hay otra más decente ni mejor en todas las Indias".
(Da fe de esta información Pedro de Angulo y fue aprobada en 5 de enero del año 1.604, última fecha que conocemos de la estancia del Almirante y Gobernador Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún en América).

A los seis años de gobierno regresó Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún a España; en su equipaje vienen tres arcas con la preciada semilla del maíz, una de ellas de madera de castaño, se conserva hoy todavía en el solar de su Mayorazgo; las otras, de cedro, ha desaparecido en época moderna, pero consta en los inventarios de la Casa, del año 1.729 (dicho inventario se conserva en los archivos del palacio de Casariego) en una partida de los bienes de Lorenzo de Cancio-Donlebún, que documenta un hecho histórico-económico transcendental y dice: dos arca de zedro y una de castaño en que vino el maíz de indias ("Inventario de los fincables de Lorenzo de Cancio-Donlebún", pliego del sello segundo de 136 maravedís del año 1.729, compuesto de diez folios numerados que contienen copia expedida en 29 de diciembre del año 1.729, autorizada en Castropol por Antonio Suárez de Salcedo).

El Almirante Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún, desde su llegada a España, vivió retirado pacíficamente en su Palacio de Casariego. No estuvo inactivo, sin embargo, sino al contrario, pues consta ocupó señalados oficios públicos como Alcalde Mayor de Castropol y Capitán de Milicias y acrecentó el Mayorazgo que su padre Diego de Cancio-Donlebún había fundado en el año 1.582; en el que le sucedió, al cabo, su hijo Diego de Cancio-Donlebún y Luaces, pues el primogénito Antonio de Cancio-Donlebún y Luaces, casóse y permaneció en América como Capitán, desempeñando los cargos de Alcalde Mayor de Mérida y Yucatán y de Comendero, falleciendo con sucesión. A aquel fin otorgó Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún escritura vincular de 21 de octubre del año 1.621 ante Lope García de Redondo.

También reedificó la capilla mayor de la iglesia de Tapia para lo cual en 20 de octubre del año 1.611 el Provisor General de la Diócesis de Oviedo admitió la dotación hecha por el Almirante no solo a tal fin, sino para hacer el retablo y ordenar las sepulturas para él y su esposa, hijos y descendientes, con derecho a poner un banco con sus armas donde oyesen misa con los suyos, para lo cual daría a la fábrica 1.500 maravedís en lugar de los tres ducados ofrecidos.

El retablo y la capilla habían de tener la traza que había dado Juan de Laro "natural del lugar de Noja, de la Junta de las siete villas y Merindad de Trasmiera, Maestro de Cantería y Arquitectura". El retablo había de ser en entalladura, con su encajamiento para su custodia, en madera de sabina muy decente, y prosiguiendo el retablo arriba con sus sombras en tres cajas rasas con tres imágenes en bulto en el primer suelo de abajo, y arriba por remate un Cristo todo ello en perfección".

Y después de otorgar dos testamentos mancomunados con su esposa, uno de 29 de diciembre de 1.619 y otro de 8 junio de 1.620, así como un codicilo mancomunado de 11 de marzo de 1.622 ante el escribano Jácome Pérez de Malcarce, falleció el día 31 de marzo del mismo año en su palacio natal de Casariego.

Doña Magdalena de Luaces, que le sobrevivió, yace con él en el sepulcro que para ambos hizo labrar en el presbiterio de la Capilla de San Esteban de Tapia, Casariego.

Los dos acontecimientos más importantes para Asturias en este período son, a todas luces, la puesta en marcha de la Universidad y la aclimatización del maíz. y así resultó que el legado del inquisidor Valdés fue de tal importancia y tuvo tales consecuencias que si es cierto que existe un tribunal de la historia, ese tribunal debiera nivelar la acción del inquisidor con la del mecenas. Y al tiempo, hay que recordar la figura del gran marino y Almirante Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún, del solar de Casariego, Tapia, no tanto por que navegara con gran arrojo -en aquella época entre siglo y siglo, tan llena de corsarios y piratas-, sino, y sobre todo, porque al regreso de La Florida, hacia el año 1.604, trajera consigo tres arcas llenas del dorado maíz de las Indias, que tan espléndidamente iba a cuajar en las tierras de Asturias y Galicia, cambiando radicalmente sus economías. (En un inventario de los bienes de la familia, hecho en el año 1.729, todavía podía leerse: " dos arcas de zedro y otra de castaño en que vino el maíz de Indias". de las cuales hoy quedan dos, que se encuentran en el Palacio de Casariego, solar que poseen sus descendientes).

Plaza del Mercado Público en La Florida

El primer mercado público de La Florida, fue establecido en esta plaza, por el Gobernador y Capitán General Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún, en el año 1.598. Aquí fue establecido por primera vez un sistema estándar de pesas y medidas en este país, para la protección del consumidor. En esta parte, fue erguido en el año 1.824, un mercado para la venta de carnes y productos agrícolas y estuvo en uso hasta el año 1.878. Esta estructura, fue reconstruida en el año 1.888 tras un voraz incendio que asoló este área el día 11 del mes de abril del año 1.887.

La casa del Gobernador y Capitán General de La Florida "Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún"

En esta parte de la ciudad de La Florida, se encontraban las sedes y casas de muchos Gobernadores coloniales, remontándose al año de 1.600, cuando el Gobernador y Capitán General de La Florida, Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún arregló la plaza y las construcciones gubernamentales de alrededor. El Gobernador James Grant, vivía aquí cuando los británicos tomaron posesión de La Florida; cuando La Florida llego a ser territorio americano, en el año 1.821; el nuevo gobierno, construyó y arregló la estructura de sus sedes. Nunca estuvo en manos privadas desde que el Gobernador Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún la entregó a su Rey.

Los americanos utilizaron esta casa para establecer en ella: una Aduana, una oficina de Correos, la Sala de Justicia y oficinas Municipales.

La actual estructura fue reconstruida en los años 1.936-37, su diseño se basó en una pintura de la casa del Gobernador Británico del año 1.764.

Actualmente están instaladas en esta casa las oficinas de HSPB y el museo de la historia de San Agustín.

Introducción del cultivo del maíz en Asturias y Galicia en el siglo XVII

En la pesquisa de datos para contribuir al esclarecimiento de un problema de sumo interés para la historia económica de las verdes tierras del Noroeste peninsular, hemos dado con una figura relevante del país Asturiano, escondida totalmente en las nieblas del olvido. Este desvanecido perfil ilustre del que hablamos anteriormente, no es otro que el Almirante don Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún, Gobernador y Capitán General de La Florida, en los últimos años del siglo XVI y principios del XVII.

Ahora tan sólo nos ocuparemos del momento histórico en el que la planta del maíz, Zea mais, llega del Nuevo Continente para constituirse en el principal de los cultivos en el seno de las tierras de los solares de don Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún, en el concejo de Tapia de Casariego, Asturias y de doña Magdalena de Luaces y Estoa Miranda, en sus tierras de Mondoñedo, Galicia; y de cuanto bienestar material y de misteriosa devoción trae consigo desde la tierra originaria.

Lo que es el maíz para Asturias y Galicia lo condensa un ingenio de la tierra Asturiana expresando:

"Hemos de declarar que Asturias y Galicia sin sus vegas cubiertas de esa vegetación tan espléndida; sin sus hórreos ceñidos de sus colgaduras del dorado fruto, a guisa de gigantesca y antigua borla de doctor en farmacia; sin sus alborotadas esfoyazas; sin sus fariñes y su boroña, indefectibles en los humildes caseríos, perdería mucho de su fisonomía definitiva y de sus hábitos más arraigados. El labrador apenas comprende que pueda pasearse sin su vegetación que le permite interpolar, mientras está en pié, las habichuelas trepadoras y que permaneciendo poco tiempo en la tierra, da espacio para una segunda cosecha de otros frutos; que le proporcionan acostumbrado alimento para su familia y para su hacienda..., mullido para su lecho con las hojas secas que cubrieron la panoja; combustible a su hogar con los troncos que dejó la esbilla; estro y aún cebo para sus vacas con el nervaso reunido en pabellones a su hora..." (Félix de Aramburu y Zuloaga: "Monografía de Asturias", Oviedo, Adolfo Brid, año 1.899).

Cuando el maíz llega a Asturias y Galicia el panorama agrícola es éste: el labrador no cuenta sino con mijo y algo de centeno y de escanda; no ha asomado aún, y tardará en hacerlo la patata, y es la castaña la que suple a ésta en su papel nutritivo.

El mijo, ese grano minúsculo que en Asturias se llama panizo, en Galicia millo y al que en Portugal, además de éste último nombre, se le dice con aire hipocorístico pan do paxariño, tiene en la historia literaria hondas reminiscencias.

Ya en los países de donde la planta es originaria (la opinión predominante es que el maíz es de origen asiático y no americano) inspira al legendario popular sus más bellos mitos.

Por de pronto la diosa colombiana del maíz, cuya estatua conserva el Museo Británico, es la más hermosa escultura prehispánica de todo el Nuevo Continente.

La leyenda boliviana del maíz cuenta que la lucha de los indígenas ayllus trajo la inesperada muerte de una joven india por una flecha disparada por su propio padre. Su amado la lloró inconsolable y el llanto caído sobre el cadáver hizo que a la mañana siguiente brotase allí una planta desconocida hasta entonces. Era la del maíz cuya forma de flecha recuerda el arma homicida; las barbas rubias, la cabellera de la moza muerta; los granos blancos, sus dientes inmaculados.

La leyenda guaraní del maíz exalta el sacrificio de un indio que para aplacar las iras del Dios Tupá, cuyo culto habían olvidado sus hermanos, se ofreció a ser inmolado cuando el cacique anunció que de esa suerte volvería a la región el bienestar y la abundancia. Dispuesto a morir, fue enterrado vivo en una fosa de la cual sobresalía solamente la nariz de la víctima propiciatoria; mas cuando los suyos fueron a ver el lugar donde yacía, observaron con sorpresa que había nacido una planta desconocida cuyo fruto era una espiga con granos amarillos. Desde entonces la cultivaron y la llamaron "abatí", que quiere decir "nariz de indio" en el lenguaje guaraní (Félix Coluccio: "Diccionario Folklórico Argentino", Buenos Aires, año 1.950, artículo Maíz).

En toda América era adorada la diosa de nuestro cereal. En el Perú se revestía a un haz de cañas de esta planta con ropas de mujer y era adorado como diosa del maíz, pues creían que, como madre, tenía la virtud de originar maíz y multiplicarlo. En Norteamérica, las tribus de los mandannos y de los minnutaris celebraban la fiesta de la medicina del maíz en honor de cierta simbólica vieja que suponían viviendo en el sur remoto, la cual les mandaba aves emigrantes en primavera y que tenía la virtud no sólo de no morir ella nunca, sino también de hacer crecer las mieses. En Méjico se celebraban crueles sacrificios de niñas en el mes de septiembre en honor a la diosa del maíz "Chicomecohuatl" (Sir James G. Frazer: "La Rama Dorada", Méjico, 1.951, pág. 453. passim.). Y también los poetas más eximios han consagrado al maíz sus versos en los países del Nuevo Mundo. Recordemos a dos para no hacer extenso éste relato: Gabriela Mistral y Santos Chocano.

Si buscásemos concreta noticia sobre la llegada del maíz a la península lo que es objeto de éste capítulo en obras generales, hallaríamos que la primera es debida a un explorador cuyos apellidos son netamente asturianos. En efecto, el inspector de minas Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, enviado a América en el año 1.513 recopiló y dio a la luz su "Historia natural y General de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano" ( Sevilla, 1.525 y 1.535 ) y en ella habla del maíz en América. Otros historiadores americanos como Francisco López de Gomara, que escribió en el año 1552 su "Historia General de las Indias", habla en ella con detalle del maíz; y el P. José de Acosta que visitó Perú en el año 1.570 y Méjico en 1.583 publicó referencias sobre el maíz. Más, con anterioridad al descubrimiento de América muchos viajeros europeos habían visto y gustado el maíz en Asia, especialmente en La Tartaria y La China, esto es, en las Indias Orientales, de donde pudiera ser originaria nuestra gramínea, ya que en América, la Ciencia ha llegado a concluir que la agricultura Americana advino del Asia en el miolítico tardío. Lo cierto es que a España no ha llegado desde Asia, que se sepa. Parece que en Italia ha habido una vía de penetración a través de Turquía de suerte que se la llamó "grano turco" al maíz, y en la misma Galicia se le denominó en alguna ocasión "grano de Turquía". Supone Murguía que durante la visita o embajada al Gran Tarmolán, en la que tomó parte en el siglo XIV el prócer gallego Payo Gómez de Sotomayor, pudieron éste y su acompañante Clavijo conocer el cereal; pero lo cierto es que ni por entonces vino a la península que se sepa, ni menos ha tenido lugar la generalización de su cultivo.

Los escritores del siglo de oro conocieron, al menos de referencia, la planta y la nombran en sus obras cuando tratan de ambientar cosas americanas, o simplemente con un sentido general. Lope de Vega menta al maíz con reiteración. En Vascongadas, el Dr. Isasti en su "Compendio Historial de Guipuzcoa" impreso en el año 1.625, se limita a referir que de poco tiempo a esta parte se hace el pan de maíz.

El P. Carballo escribía en el primer tercio del siglo XVII... en nuestros tiempos se ha comenzado la agricultura del maíz que es el pan ordinario y común de las Indias y lo produce esta tierra con grandísima pujanza ("Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias"). Coincide con esta afirmación una nota inédita del archivo del ilustre propulsor de la investigación asturiana D. Paulino Vigón, referente a su casa, que señala ya el maíz como cultivo en esta tierra en el año 1.628. Pero, respecto a Asturias y Galicia, la concreta noticia de la introducción del maíz la proporciona el clérigo don Francisco Villaamil, autor de un estudio genealógico, pleno de curiosidades, escrito hacia finales del siglo XVII o comienzos del XVIII. Allí, al describir las vegas de Bría, en el Occidente, expresa que estas Vegas comprendían:

"las feligresías de Barres, Serantes, Tol, San Esteban de Mántaras, San Martín de Matorolos (hoy de Tapia), San Acisclo de Mare Mortuo (hoy ValMorto), Santa María de Campos, Santa María del Monte, en quienes se encierran estas nobles Vegas de Bría. Porque se dice: De Berbesa a Porcía son las Vegas de Bría y en estas Vegas es tradición de la tierra, se comenzó a sembrar primero y a darse el pan Indio que llaman maíz, que de La Florida en Indias traxo su Gobernador don Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún aun oy se conservan los cofres en que vino en Casariego, en su casa en que más se conoce la gran fertilidad de estas Vegas, pues a donde se dá este pan indio es la mejor porque muchas son fértiles de trigo y no dan este otro" (Francisco Villaamil, ms. cit. pág. 31).

Álvarez Amandi, sin acompañar justificación alguna, refiere en el año 1.900, que "... Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún, natural de la noble casa de Casariego, Gobernador y Capitán General de la provincia de La Florida, en el siglo XVI, fue importador en Asturias y Galicia de la semilla del maíz e instrucciones para su cultivo, que sustituyó al del panizo", (Justo Álvarez Amandi: Artículo sobre Tapia de Casariego en la obra "Asturias..." de Bellmunt y Canella, Gijón, 1.900,t. III, pág. 230). Lo cual repite el investigador Casariego en fecha reciente sin nuevas aportaciones (J.E. Casariego: "El Marqués de Sargadelos..." Oviedo, 1.950). La vida azarosa de este héroe desconocido, ha de ser objeto según hemos dicho en otras ocasiones, de un estudio minucioso que dejaremos para otra ocasión. Hoy basta que digamos que este ilustre hombre de mar y político destacado en el gobierno de lejanos territorios, continuador de la obra de don Pedro Menéndez de Avilés para consolidarla eficazmente, durante los años que ha desempeñado su cargo de Gobernador y Capitán General de La Florida, del año 1.597 al año 1.603, ha dedicado especial atención al maíz propagándolo en los mismos territorios de origen, y haciendo molinos públicos para su mejor y más rápida molienda hasta culminar con el transporte en tres arcas a las tierras de su Solar y a las de su mujer, de las espigas que habían de ser las abuelas de las que ahora se extienden por todo el territorio galaicoasturiano.

Por la respuesta que dio el Rey Felipe III a la relación que su padre había enviado a Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún en el año 1.598 sabemos

"que a ventydos cacíques que vinieron a este presidio a daros la obediencia en mi nombre les distes las cosas contenidas en los testimonios que embiasteis, de harina de maíz, bestidos y otras menudencias y que por la necesidad y pobreza que visteis en los pueblos de alguno de los dichos indios y cacíques les moderasteis el tributo de una arroba de maíz, que pagaba cada casado, a seis mazorcas, lo cual está bien, como quiera que os moderaréis en eso lo más que pudiérades teniendo muy particular cuidado de acaricias y tratar bien a los dichos indios y caciques"
(los documentos que se citan están tomados, salvo indicación contraria, del volumen rotulado: "Títulos y papeles/ de los servicios de el Almirante y Capitán General Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún/ q. fue en las Provincias de La Florida por/ su Magd.", ms. de 132 folios, forrado de pergamino, del archivo de la casa de Casariego que posee, por sucesión directa del Almirante, don Nicandro Cancio-Donlebún y García-Armero, al que agradecemos nos haya permitido examinar tal documentación).

¡He aquí la primera cita que encontramos del maíz en relación con el asturiano Méndez de Cancio-Donlebún!.

Más adelante a de ser el propio Almirante en información hecha a su instancia quien nos refiere que:

"porque para moler y beneficiar el maíz para hacer pan dello y las demas cosas de que se come, se padecía mucho trabaxo y daban cinco reales y de comer por cada arroba de maíz a quien se le moliese en un molino de palo en que se molía, dí traza para que se hiciese, como en efecto se hizo, una atahona en que, ademas de evitarse la costa y trabaxo de antes y que se muela todo lo que es menester, dea de aprovechamiento a la Real Hacienda de Su Magestad mas de doscientos ducados que renta cada un año de dicha tahona".

En otro párrafo parece que se describe una escena tan popular en el noroeste hispánico como es la operación de cava del maíz, pues manifiesta que:

"por ser estas provincias (refiriéndose a La Florida) tan estériles y padecerse a causa de ello en este Presidio de ordinario mucha hambre y necesidad, para que a mi tiempo no la hubiese, di orden que se cultivase la tierra y sembrasen los soldados maíz y otras cosas; y para que esto fuese en el crecimiento y estado que agora está les prevenía las azadas y herramientas necesarias; y hacía venir de las provincias de San Pedro y Guale y otras partes mucha cantidad de indios para las cavas y a los que no tenían con que les pagar los jornales, ni semillas que sembrar se lo prestaba y daba en mi casa, y mediante la diligencia y cuidado que en esto tuve, fueron de manera los frutos que en mi tiempo se coxieron que con ellos no se padesció ni sintió necesidad y estuvo el presidio mas bien prevenído y sustentado que xamas en estas provincias lo estuvo.”

La estancia de Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún marca, pues, una etapa de la vida económica de aquellas regiones americanas. Y no extraña que en la expresada información, que dio comienzo el día 4 de enero del año 1.604 un testigo significado, el Padre Richardo Artur, cura párroco de la iglesia de San Agustín, capital de La Florida (quizás, por su nombre, clérigo irlandés católico escapado de las persecuciones anglicanas) asegura que antes de Gonzalo Méndez de Cancio-Donlebún se molía el maíz en unos molinos de palo con unos mazos (Da fe de ésta información Pedro de Angulo; y fue aprobada el día 5 de enero del año 1.604, última data que conocemos de la presencia del Almirante Gonzalo en tierras americanas).